Persona es ante todo una experiencia estética, aunque también una experiencia profunda. Una de las grandes películas que la humanidad ha concebido y quizás la mejor película de Bergman. Un trabajo que el director escribió en un hospital mientras estaba convaleciente debido a un fuerte estrés. Una película que deja huella, basada en el silencio y en el monólogo, que apoyados en una fotografía magistral al servicio de las luces y las sombras de la personalidades interpretadas por Bibi Andersson y Liv Ulmann, extraordinarias las dos, hacen de Persona el ejemplo de cine culto y arriesgado que los cinéfilos veneramos.
Un cine lleno de elementos metafísicos, filosóficos, y psicoanalíticos, el de este gran hombre del frío. Un cine lleno de experimentos y de aciertos, lleno de imágenes que sugieren y de contenidos que laten en su interior. Persona es una película plagada de silencios, monólogos e imágenes misteriosas, y un trabajo de una calidad interpretativa pocas veces vista.
Una obra que no responde a géneros ni a límites, una obra libre, en este sentido, y mayúscula. Una película capaz de mostrar al ser a través de su mirada. Minimalismo formal y argumental en la obra de un artista que ligó su vida a su obra, y viceversa.
Ingmar Bergman, un director más allá del calor y el frío.
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