martes, 26 de octubre de 2010
Repulsion
martes, 19 de octubre de 2010
El imperio de los sentidos
El cine oriental, como la literatura, o la música, no se rigen por los mismos cánones que en occidente, y éste es un hecho que debemos tener en cuenta al acercarnos a obras lejanas, como El imperio de la pasión, o esta anterior El imperio de los sentidos, dos de los trabajos más destacados de Nagisa Oshima.
El erotismo, el deseo, y la pasión, son conceptos que recorren su cinematografía, y siendo un director desconocido para gran parte del público occidental, forma parte, junto a Akira Kurosawa y Yasujiro Ozu, de ese grupo selecto de directores japoneses que pasarán a la historia del cine del siglo XX. Oscuro y críptico, sexual, y violento, Oshima despliega en esta película una historia psicoanalítica y perturbadora para completar una obra que no deja indiferente a nadie. Una película con escenas de sexo donde se muestra cómo poco a poco, el deseo y los celos, la locura y la pasión, la lujuría, y la soledad, van destruyendo a los protagonistas. Una película que es una pequeña obra maestra, con momentos sencillamente escalofriantes.
La cinta, prohibida por la censura en algunos países, incluido Japón, que en 2001, veinticinco años después de su estreno, decidió autorizar su exhibición, constituye una magnífica, y freudiana, reflexión acerca del amor obsesivo, y un estudio en toda regla sobre los impulsos de Eros y Thánatos.
miércoles, 13 de octubre de 2010
Shortbus
En Shortbus, las emociones humanas y la relación de éstas con el sexo, vistas con enorme sensibilidad, y con un envoltorio musical en sintonía con las imágenes de esta historia, hacen de la película de Cameron Mitchell una pequeña joyita tragicómica de esta última década y, sobre todo, de un cine marcado por el 11-S y, sin ninguna duda, de un cine para mayorías.
Felicidad, satisfacción afectiva, y sexual, relaciones entre individuos en una gran ciudad, y otros asuntos por el estilo, son tratados en Shortbus con la ya característica vena cómica del director, heredada de maestros como John Waters, o Woody Allen, aunque todavía muy lejos de la maestría de éstos, tanto a nivel historia, como a nivel estético.
Sin duda ésta es una película que logra divertir y entretener a un tanto por ciento importante de un público a medio camino entre lo comercial y lo alternativo, aunque del mismo modo tiene un gran pero, ya que se habla mucho, y se dice poco. Y es que es lo que tienen los experimentos, que son eso, experimentos.
jueves, 7 de octubre de 2010
El último tango en París
Y les decía que esta película era en gran medida Brando, y que Brando era la película, y es que ya no estamos hablando de un joven Marlon, sino de un actor maduro, curtido, gastado, y cansado, incluso. Un actor que sabe más por viejo que por diablo. Un monstruo que antes de dejar este mundo, decide atrapar, antes de irse, a su presa. Como acto final, como redención, quizás, en ese abismo que se extiende al final de las vidas de todos y cada uno.