martes, 15 de diciembre de 2009

Fahrenheit 451



François Truffaut fue un director interesado en las historias, sobre todo, y en los personajes, por extensión, asuntos mucho más vinculados a un guionista que a un director. En cualquier caso François Truffaut era un ser fuertemente vinculado a las palabras, a la comunicación, a la literatura, y a esos primeros pasos de toda creación audiovisual que implican escribir o adaptar. Es decir, escribir, o escribir.
En Fahrenheit 451, Truffaut adapta la historia del visionario escritor Ray Bradbury a la gran pantalla, con enorme practicidad y eficacia. En ella nos describe una sociedad en la que los libros y la lectura están proscritos, en la que impera el culto al hedonismo, y en la que los poderes públicos persiguen duramente a todo el que posea un libro.
Una película con un pero, los escasos recursos con los que fue rodada, y que se aprecian en esa textura televisiva de la imagen. Una película que complementa un currículum tremendo en el que destacan otras obras, no sé si menores, no sé si mayores, pero todas recomendadas, entre las que destacan títulos como Los cuatrocientos golpes, o El pequeño salvaje, todas roussonianas, didácticas, y todas muy muy cinematográficas a la vez que costumbristas, populares y humanas.
Un cine mate y socialista, en el sentido literal de la palabra, de un pedagogo del séptimo arte, de un personaje capaz de aprender y enseñar por medio de la imagen, ser consciente de ello, y seguir siendo un gurú, un profesor, un maestro, que hasta el final no deja de aprender.
Un ejemplo de autor, en el más amplio sentido de la palabra.

martes, 8 de diciembre de 2009

2001. Una odisea en el espacio


En el cine, como en la televisión, hay imágenes, no necesariamente narradas, sino imágenes que narran, con capacidad de, una tras otra, contar una historia. Sin voz en off, sin diálogos, así, a lo bestia, en pelotas. El más difícil todavía sería el condensar en esa narración por medio de imágenes asuntos que afectan al hombre, al género humano, y a su espíritu. Asuntos nada triviales, vaya. Asuntos serios de verdad.
Stanley Kubrick logró realizar una película con estas características tan inusuales, titulada 2001. Una odisea en el espacio, una obra inmortal, atemporal y maravillosa, con imágenes sencillamente impresionantes y con una apertura que ya es historia del cine.
Filosofía, arquitectura, futuro, pasado, tiempo, naturaleza, y otros temas nada superficiales, atraviesan esta película, que dentro de 50 años seguirá siendo un hito.
Un espectáculo de planos, encuadres, diseño artístico, fotografía, y color.
Como en aquel primer pie en la luna televisado, como en la danza espacial de 2001, hay algo más que imagen, hay una metáfora, y las secuencias de 2001 representan algo más que lo que representan. Stanley Kubrick trabajó en esta línea en otras obras mayúsculas como La Naranja Mecánica, dejando un magnífico legado como explorador de algo valioso, muy valioso, y a menudo olvidado, el género humano.
En 1968 Kubrick creó una epopeya visual sin apenas diálogos que hoy en día es reconocida como una de las grandes películas de la historia del cine, a partir del guión escrito junto a otro de los grandes, Arthur C. Clarke .

martes, 1 de diciembre de 2009

Gattaca


Cuántas películas con una buena historia acaban siendo pasto de los actores.
No sé. Muchas.

Los límites de la ética, el derecho a la vida, y si me apuran hasta el libre albedrío, son cuestiones planteadas en esta película de finales de los noventa de bonito título. Gattaca, sin ser una obra maestra, o siéndolo, quién sabe, es una de las historias que han tratado el futuro, más o menos lejano, con más austeridad tanto estéticamente como atendiendo a la historia que narra. Un futuro en que la condición humana sucumbe ante la tecnología, mientras la ciencia aparece retratada como un arma de segregación.

Una película en la que A. Niccol trabaja con una fotografía sobria, y unos diálogos directos y sencillos, sin dejar de lado lo emotivo, amparado por la cobertura musical de Michael Nyman, todo un experto en trabajos musicales para películas.

Un futuro no muy lejano con notas de atemporalidad para una historia bien estructurada, a partir de lo mejor que tiene esta película, el guión. Mas siempre hay un pero, ¿por qué no? Y es que tal vez la peor decisión tomada al respecto de esta producción fue haber escogido a Uma Thurman, y a Ethan Hawke para los papeles protagonistas. ¿Gattaca habría sido una película más creíble interpretada por dos rostros desconocido? Quizás. Es posible. Lo cierto es que la selección genética es un tema que hoy por hoy es actualidad, y los bebés a la carta, algo que cuando se produjo esta película era ciencia ficción, son ya una realidad.

Gattaca, una de esas películas que con los años va ganando puntos.