viernes, 24 de junio de 2011

Sed de mal


   Uno de los más influyentes artistas del siglo XX, el más grande de los directores de cine, uno de los mejores actores, y el mismo hombre, Orson Welles. Un hombre capaz de dinamitar al conservadurismo, tanto político como cinéfilo, hasta dejarlo hecho añicos con un estilo y una finura inigualables. Un tipo que en 1958 presentó una alineación a la altura del gran artista que fue, con el enorme Henry Mancini al mando de la sección musical, y con un reparto de élite, con Charlton Heston, Janet Leigh, Marlene Dietrich, Zsa Zsa Gabor, y Joseph Cotten, por citar solo a unos cuantos, capaces de sumergirnos hasta las profundidades de una historia acerca del poder y la corrupción del ser humano, asuntos cien por cien Welles, y absolutamente universales. Un plano-secuencia inicial para la eternidad que seguirá estudiándose en las escuelas de cine dentro de cien años, un Charlton Heston con bigote inolvidable, y algunos de los principales instrumentales del poder yanqui aniquilados en poco más de cien minutos de demostración de poderío y dominio del género negro, de la acción, la escenografía, y el diálogo, en un film imprescindible.  
  Sed de mal es la última peli americana del genio de la barba, antes de marcharse a Europa, y esta joya diabólica con un título diabólico, Touch of Evil, está ambientada en una frontera, en la frontera del ser humano, en la frontera de una carrera, una película que con un pie en un mundo y el otro en otro, llega hasta nuestros días como un ejemplo de cine, de narrativa, de creatividad y talento aplicados a un trabajo universal y eterno, el de todo un maestro.

miércoles, 15 de junio de 2011

El tercer hombre

  
  En la cima del séptimo arte, junto a Sed de Mal, Sunset Boulevard, y Ciudadano Kane, se encuentra El tercer hombre, de Carol Reed, con guión de Graham Greene y con las insuperables interpretaciones de Orson Welles y Joseph Cotten, que junto a la hipnosis musical creada por Anton Karas, convierten a esta joya del arte y el entretenimiento en una película indiscutible, imprescindible, revisitable, y muy recomendable. Todo un clásico y, por extensión, todo un clásico del thriller, que si además es considerado como el mejor film británico de todos los tiempos, pues ok, acepto, vale, porque conforme pasan los años, la sombra de esta película se hace más y más grande, y todo elogio se queda corto ante semejante desmadre.

  La imponente presencia del magistral Orson Welles, tanto a nivel físico como psicológico, recuerda a algunas películas del maestro responsable de Mr. Arkadin, o Sed de Mal, y este trabajo interpretativo hace sombra al del resto de sus compañeros, igual de brillantes, pero incapaces, por la razón que fuere, de alcanzar las cotas alcanzadas por uno de los mayores artistas de la historia.
 Encuadres de órdago, y una fotografía sublime al servicio de un magnífico guión, igual de preciso que de evocador, donde lo literario entra en simbiosis con lo técnico, hacen el resto, situando a este trabajo en la cumbre del cine de todos los tiempos. Una película de una brillantez aplastante con uno de los finales más hermosos que se recuerden. Una lección en blanco y negro dentro de una película con las mejores esencias del cine norteamericano y europeo. 


miércoles, 8 de junio de 2011

M, el vampiro de Düsseldorf


  Han pasado ochenta años y M, el vampiro de Düsseldorf , como tantas y tantas películas del magistral Fritz Lang, sigue fresca como la primera rebanada de pan de molde del paquete, y a la altura de lo mejor de lo mejor de la historia del cine, esto dicho desde un punto de vista más o menos objetivo y cinéfilo, claro. Desde un punto de vista más subjetivo podría añadir que, con los años, mis filmografías quizás no favoritas, pero sí más visitadas, son las de Orson Welles, Akira Kurosawa, y Fritz Lang, y con los años, también, he llegado a la conclusión de que sus trabajos, en esencia, son muy similares, muy teatrales, muy clásicos y vanguardistas a la vez, e incluso las historias que cuentan, en el fondo, son muy parecidas entre sí.
  El debut de Peter Lorre, uno de esos actores olvidados por el cine de masas y venerado por los cinéfilos, es una historia acerca de un asesino de niñas, una historia que sin duda afectó a Ladislao Vadja a la hora de realizar su maravillosa El cebo, un film que a la generación de nuestros padres impactó sobremanera.   
  M, el vampiro de Düsseldorf es la primera película sonora de Fritz Lang, y uno de los primeros y más afinados dibujos del perfil de un psicópata, con un Peter Lorre apabullante, acompañado por la imponente composición del noruego Edvard Grieg, que ilustra musicalmente un film extraordinario, en el sentido literal de la palabra. Una película mil y una veces visitable que incluso supo criticar el nazismo con sutil inteligencia.
  Un silbido inolvidable que ilustra todo un hito del séptimo arte.


miércoles, 1 de junio de 2011

Muerte entre las flores

  
  Muerte entre las flores es, indudablemente, una película de los hermanos Coen, como El gran Lebowski, O Brother!, Fargo, Arizona Baby o Sangre fácil, donde, como ya es habitual, Joel toma el mando de la dirección mientras que su hermano Ethan se ocupa principalmente del guión. Esta empatía de la que les hablo es sin duda parte de su éxito profesional, y uno de los factores responsables de hasta una docena de grandes películas que desde los ochenta hasta hoy en día han logrado situar a estos dos tipos en un lugar en el que coinciden los sectores más comerciales y los seguidores de un cine, entre comillas, independiente. Otro de los puntos fuertes de estos dos hermanos se encuentra, además de en la solidez de sus historias, en la acertadísima selección de actores y actrices en cada uno de sus trabajos, y el titulado originalmente Miller´s Crossing es un buen ejemplo de esto, contando con interpretaciones fabulosas como las de  Gabriel Byrne, John Turturro, Steve Buscemi, o la increíble Marcia Gay Harden.
  Muerte entre las flores inauguró a lo grande el playground del séptimo arte en la década de los noventa. Una película de cine negro que podría haber sido un western, una película de acción, o una de terror, y la historia, como tal, seguiría siendo cien por cien Coen,  porque la suya es una filmografía donde aparecen múltiples géneros y una misma manera de contar, un estilo, y al fin y al cabo, un sello, que nos ha regalado grandes joyitas en los últimos años, algunas más para unos, y otras más para otros, pero todas un poco para todos.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Atraco perfecto


  De la colaboración entre uno de los más interesantes escritores norteamericanos del siglo XX, Jim Thompson, y uno de los mejores directores de todos los tiempos, Stanley Kubrick, nació esta maravilla titulada originalmente The Killing, Atraco perfecto, un trabajo de ingeniería argumental, y una clase magistral e irrepetible de montaje, fotografía y dirección. Un ejercicio de cine negro de primer nivel, y un ejercicio más allá del ejercicio en sí. Un apabullante trabajo donde el acertado tratamiento del ritmo nos conduce hasta uno de los mejores finales de la historia del cine.
  The Killing es una auténtica sobrada en este mundo de imágenes encadenadas, cine con mayúsculas realizado por un talentoso director veinteañero a mediados de los años cincuenta, y además es, literalmente, todo un mosaico, un auténtico puzzle de piezas, un ejemplo de arquitectura narrativa y de precisión ajedrecística, con un Sterling Hayden épico en el papel protagonista, encarnando a un individuo que pretende dar el último golpe de su vida.
  Decir que The Killing es la mejor película de Kubrick es arriesgado, y en cierto modo es como no decir nada, pues estamos ante el talento de un creador responsable de Senderos de gloria, Espartaco, Lolita, 2001: Una odisea en el espacio, El Resplandor, La naranja mecánica,… y es que no creo que haya una única cima en la carrera de Kubrick, creo que hay muchas, formando una auténtica cordillera cinematográfica, un skyline riquísimo y magistral. Por esto no sabría decir si ésta es la mejor, pero sí la primera de una larga lista de  grandes películas.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Sospechosos habituales


  Los años 90 nos dejaron un puñado de grandes joyas del thriller con fuerte querencia por la violencia, entre las que destacan Reservoir Dogs, Asesinos Natos, y cómo no, Pulp Fiction, todas ellas preciosas, por supuesto, pero quizás su brillo haya anulado el de otros trabajos realmente notables producidos en esa década, como Killing Zoe, o sobresalientes, como ésta Sospechosos habituales de la que he comenzado a hablarles hace un rato. Una película que es entretenimiento puro y duro, con un guión tejido por arácnidos, una interpretación de Kevin Spacey que es lo mejor de lo mejor de su carrera, y una banda sonora engarzada a las imágenes, dotándolas de una intensidad narrativa potentísima que convierte a Sospechosos habituales en una de las grandes películas de los noventa, y tuvimos unas cuantas grandes, pero ésta, quizás por imitada, haya sido en cierto modo menos recordada, a pesar de los dos Bafta y los dos Oscar, al mejor guión, y al mejor actor secundario para el señor Spacey.
  Sospechosos habituales fue en su momento una película que marcó tendencias, de eso no hay duda, y el misterioso personaje central de la historia, Kaiser Sozé, que obliga al espectador a no perder detalle para disfrutar del engranaje destinado a dar la sorpresa construído por Bryan Singer, es una vuelta de tuerca al Macguffin de Hitchcock, y la intriga que va in crescendo y que, como mandan los cánones, se resuelve en el tramo final de la película, es todo un homenaje a  cierta manera de hacer cine. Sin ninguna duda, una de las grandes pelis de los noventa, por méritos propios.

miércoles, 11 de mayo de 2011

¿Quién puede matar a un niño?


    En el año 1976 Chicho Ibáñez Serrador realizó una fantástica película de terror con unos títulos de crédito memorables y un encomiable trabajo musical a cargo del muy grande Waldo de los Ríos. ¿Quién puede matar a un niño? es una de las grandes obras maestras del cine español, y una de las grandes desconocidas de nuestra particular transición. Este trabajo, basado en la novela de Juan José Plans, El juego de los niños, y donde Ibañez Serrador despliega con eficacia una historia explícitamente deudora del cine de Hitchcock, es una película en la que apenas hay diálogos y donde la intriga y la tensión te acompañan de principio a fin en un alarde de sabiduría audiovisual aplicada a un género donde Ibañez Serrador, y su padre, Ibañez Menta, fueron unos grandes. Los dos, junto al mencionado Plans, son responsables de las mejores historias de terror producidas para radio y televisión en nuestro país, y por ello nos deben muchas horas de sueño, y nosotros, claro está, a ellos.
  Por otra parte, realizar una película que transcurre a plena luz del día y que transmita terror y desasosiego como ¿Quién puede matar a un niño? sin duda transmite no es asunto fácil, y solo este trabajo compensa la imagen de dictador engolado de aquel Chicho del Un, Dos, Tres, al que muchos recordamos como personaje agridulce. En ¿Quién puede matar a un niño? hay otro Chicho, un Chicho menos conocido y reconocido, un cineasta de talento, que con sencillez construyó una magnífica película de terror ambientada en una isla donde los niños son los auténticos protagonistas.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Blue Velvet

  
  Existen unas cuantas cosas fascinantes en el cine de David Lynch, algunas de fácil descripción, y otras no tan fácilmente transmitibles, y una que con el paso de los años me sigue sorprendiendo, y es que siempre que leo críticas de aquí y de allá acerca de sus pelis y de su trabajo como creador, o de esta joya titulada Blue Velvet, o de otras igualmente recomendables, me encuentro con lo mismo, con apasionadas defensas y con desenfrenados ataques, y es que su trabajo es objeto de veneración y odio en la misma proporción, y esto, para empezar, me resulta curioso.

  En Blue Velvet confluyen iconos básicos del universo lynchiano: Isabella Rossellini, y dos de sus actores fetiche, la gigantesca Laura Dern y Kyle MacLachlan, al que muchos recordarán por su interpretación del agente Cooper en la inolvidable serie Twin Peaks, pero sobre todo destaca Dennis Hopper, haciendo un papel bestial al nivel de los mejores Pacino, Brando y De Niro. Y es que tras la aventura de Dune el genio del tupé siguió adelante y a mediados de los ochenta estrenó este peliculón donde desgrana claves básicas de su cine en un ambiente de aparente tranquilidad y por ello quizás absolutamente perturbador. Un mundo que por momentos parece un dulce sueño, y por momentos una auténtica pesadilla.
  El trabajo de Angelo Badalamenti, otro habitual del universo Lynch, pone la guinda a un pastel que, veinticinco años después de su estreno, es ya todo todo un clásico. Sugestivo y sugerente, y quizás extraño, y es que éste también es un mundo muy extraño, ¿no les parece?

miércoles, 27 de abril de 2011

Canciones para después de una guerra

 
 
  El antes es fundamental, así como el durante, cuando nos referimos a una guerra tan cruel y despiadada como la vivida en España entre el año 1936 y el 1939, pero es que el después de una guerra también es muy importante, y más cuando este después se extiende a lo largo y ancho de al menos cuatro décadas, dejando las cunetas de media España apestando a cadáveres y un país en ruinas, con miseria de norte a sur y de este a oeste.
  En 1971 Basilio Martín Patino realizó con la colaboración de José Luis García Sánchez este estupendo largometraje radiográfico, prohibido por el mítico Carrero Blanco, pulverizado por la censura hasta dejarlo en un metraje que ya no podía ser considerado como largo y cinco años después de su realización finalmente estrenado, muerta la víbora, en una España que se estremeció al verse reflejada en apenas hora y media de música e imágenes.
  En Canciones para después de una guerra la narrativa documental y la narrativa publicitaria se dan la mano al son de un buen puñado de canciones de la época interpretadas por personajes como Juanita Reina, Lola Flores, o Imperio Argentina, que ilustran musicalmente, como dice el título de la película, junto a otras joyas musicales del régimen, el después de una guerra. Un largo después de miedo y silencio, de radio y de folclorismos, iglesia y brazos en alto.
  Una magnífica ocasión para escuchar el Cara al sol sin necesidad de estar rodeado de energúmenos, gracias a este pedacito de nuestra historia hecho a base de imágenes y canciones, pero sobre todo de recuerdos tristemente imborrables.

miércoles, 20 de abril de 2011

L´espoir

  
   Hablemos claro, pues se trata de esto, de hablar claro. Una película acerca de la Guerra Civil Española rodada en 1938 en territorio nacional, lógicamente finalizada en Francia en el 39,  y estrenada en España en 1977, muerta la culebra, algo tendrá que tener, pero es que si a esto le sumamos el trabajo de dirección de dos escritores de élite: André Malraux, y el muy grande Maux Aub, nos encontramos ante algo que no es precisamente un panfleto de propaganda, así que pasen y lean. 
  ¿Cine bélico? Uff… no sé si bélico, aunque sí creo que se trata de una película rodada en medio de una guerra, más allá de géneros. Por otra parte rodar una peli acerca de una guerra en medio de ésta no deja de parecerme, por más que lo analizo, algo ante todo valiente y sincero, y creo que por esto, a priori, nada cinematográfico, y algo impropio de cineastas.
  Léspoir es una película con mayúsculas que no sólo refleja un momento esencial de la historia de España, sino que también se eleva sobre ella, sobre la historia, mostrando planos cenitales de la brutalidad, el sacrificio, y la cotidianeidad en el contexto paranormal de una guerra. 
  A partir de su novela homónima André Malraux construye una película que brilla con luz propia, una auténtica oda al género humano y a la solidaridad, más allá de frentes e ideologías. Una película que quizás sea una de las mejores rodadas en medio de lo que se conoce como conflicto y que yo sigo prefiriendo llamar por un nombre que sin duda me parece más auténtico, y también más explícito y definitorio, el de guerra.

miércoles, 13 de abril de 2011

La vieja memoria

  
  1977 es el año en el que muchos nacimos, y un espacio temporal trascendental para entender nuestra historia más reciente y para la correcta digestión de un hecho dramático, salvaje, y del que a día de hoy gran parte de nuestra generación apenas sabe nada: la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista, que tocó a su fin apenas un año antes de la producción de esta película de Jaime Camino titulada La vieja memoria, un trabajo imprescindible para un mayor y mejor conocimiento de nuestra historia político-social, y una película que bien podría ser de obligado visionado en los institutos de secundaria de un estado ideal.
  La vieja memoria es un extenso documental no apto para fachas donde a base de imágenes de archivo y entrevistas a protagonistas de diferente pelaje, como Dolores Ibárruri “Pasionaria”, Enrique Líster, comandante del ejército popular republicano, David Jato, activista de Falange; y personajes como José Luis Vilallonga, entre otros, sobrevolamos la España que va desde el año 1931 hasta el final de la Guerra Civil, en 1939, una década tan crucial como brutal, que nos entrega a otra situación y a otro contexto, el de la dictadura, que llega hasta finales de los años setenta, con la muerte del dictador. Una película con imágenes inéditas que cuarenta años después salían a la luz gracias al trabajo de Jaime Camino y Roman Gubern, toda una eminencia como escritor e historiador, que construyen el guión de una de las grandes obras documentales del cine español. Una filmografía, la de Camino, valiente y ante todo necesaria, hoy más que ayer.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Man on Wire

  
 
  Uno de los documentales más premiados y reconocidos por crítica y público de los últimos años es el maravilloso trabajo de James Marsch titulado Man on Wire, una película inquietantemente hermosa, donde podemos acercarnos a la hazaña de Philippe Petit, un funambulista que en 1974 caminó entre las desaparecidas Torres Gemelas sobre un fino alambre, y más allá de la aventura y el riesgo, más allá del hecho y de la historia del que para algunos es el crimen artístico del siglo pasado, nos encontramos cara a cara con el ser humano, con sus anhelos y sueños, y también con los obstáculos en el camino para alcanzar esos sueños.
  Una dirección de fotografía para sacarse el sombrero, y una cuidada selección musical tejen un envoltorio de enorme belleza tanto narrativa como visual. Un documental épico, con un gran valor documental y argumental, y sobre todo una película que va directa al corazón, pero también a la cabeza, y que como las grandes va de menos a más hasta completar algo más de 90 minutos de vertiginosa intensidad.

  Planos espectaculares para una gran historia, la de Petit, recogida también por el escritor norteamericano Paul Auster en uno de sus relatos, titulado En la cuerda floja, y una gran película, sin duda alguna, la de Marsch. Un trabajo con el Oscar al Mejor Documental y con el BAFTA bajo el brazo, y con unos cuantos premios más que lo convierten en uno de los grandes títulos de 2008, pero que más allá de estos reconocimientos, pasará a la historia del cine más por su calidad, técnica y narrativa, que por los galardones obtenidos.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Soy un cyborg



Asociar el nombre de Park Chan-Wook con el de un cine extremadamente violento no sería tan correcto como decir que el director lo que practica es un cine de género fantástico, donde hay lugar para la violencia, el terror, el thriller, y hasta la comedia, al modo de un Tarantino oriental o algo similar, que no vive tanto del pasado más reciente como del futuro más o menos próximo al que nos enfrentamos.

  Soy un cyborg, o más correctamente I´m a Cyborg, but that´s ok, título original, es una película grabada en HD, pero una película, claro está, donde el director surcoreano tira de encuadres fascinantes y colores especialmente bien tratados para contar una bonita y efectista historia que igual que puede desilusionar definitivamente al público que vibró con títulos como Sympathy for Mr. Vengeance o la maravillosa Old Boy, quizás capture la atención de otro público aficionado al edulcorante y en general a los caramelos. Este título es un dulce, y lo es en el sentido de que se trata de una película popular, para todos los públicos, que eso sí, rezuma por todos lados cierto aroma alternativo cercano por momentos a algunos trabajos de Michel Gondry, sin ir más lejos, aunque contenga un indiscutible y a veces inescrutable aroma oriental.
  Un trabajo que comienza arriba, quizás muy arriba, y lógicamente acaba abajo, como no podría ser de otra forma, claro. Un motivo más, en cualquier caso, para seguir paso a paso lo que hace este tipo de ojos rasgados que en los últimos años se ha consagrado como una de las grandes promesas del cine oriental.

miércoles, 16 de marzo de 2011

El baile de los vampiros

 
  Este divertidísimo homenaje al cine de vampiros no es una obra menor del cine del muy grande Roman Polanski, sino uno de los grandes hitos de su cinematografía, y desde luego es todo un alarde de equipo técnico y artístico, donde el propio Polanski protagoniza la película con el debido permiso de un secundario de lujo, Jack MacGowran, que junto a la difunta esposa del director de la cinta, la hermosísima Sharon Tate, completan un equipo de lujo, donde aparecen nombres como el del guionista Gerard Brach, que ya había colaborado antes con Polanski en el guión de "Repulsión", y sobre todo con el apabullante trabajo de fotografía de Douglas Slocombe, que apoyado por la siniestra y acertada banda sonora de Christopher Kom ponen la guinda a un pastel que se puede degustar una y otra vez, como una de esas películas de aventuras de los domingos de nuestra infancia, que además de entretenida, digámoslo claro, es una muy buena peli.

 Una ambientación fuera de serie para reproducir una Transilvania estereotipada, limitada, y por ello precisa, con una posada y un castillo, y por supuesto con un conde, estacas, y un Igor torpe y siervo de su amo hacen de El baile de los vampiros lo que es, una película estupenda, una pequeña gran comedia, cuidada hasta el extremo. Un trabajo que agrada por igual a los amantes del cine de terror que a los que se decantan por la comedia. Un dos por uno en toda regla, y sobre todo un homenaje a los géneros. Y es que los vampiros también tienen su coña, y esto Polanski lo sabía muy bien.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Mi Idaho privado

  
Mi Idaho privado sería una película perfecta para programar en un ciclo de cine dedicado a la salud, pues pocas producciones atienden tan en primer plano a un tema tan poco conocido como la narcolepsia, pero claro, con chaperos de por medio y drogas, poco o nada puede apetecerles a los programadores este trabajo, una de esas películas que asocio con los noventa y con cierta melancolía juvenil y cierta angustia existencial de la que reconozco no haberme librado del todo.
  La película dirigida por Gus Van Sant y protagonizada por Keanu Reeves y River Phoenix es un auténtico monólogo, ya no sé si interpretativo o autobiográfico, de este último, y es de largo el mejor trabajo de uno de los grandes ángeles caídos del cine, pero es que además Mi Idaho privado es una road movie, y una curiosísima interpretación de De los Apeninos a los Andes, con un Marco drogadicto, gigoló y narcoléptico, que como el original también busca a su madre de aquí para allá. Y es que la madre lo es todo para un hijo, e incluso éste es un término ambiguo, ya que no sólo contiene a la madre de manera literal, sino que el término madre es en este trabajo algo más complejo que todo esto, pues como en la vida misma, vaya.
  Mi Idaho privado es una película de su tiempo, y una película underground, marcada por los diálogos y los paisajes interiores, y también exteriores, al estilo Hopper, y junto a Drugstore Cowboy, a mi juicio, estamos ante la mejor peli de un  Gus Van Sant que ha sabido desarrollar su estilo bajo el paraguas comercial y también desde la más absoluta alternatividad.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Carrie

Una gran película de Brian De Palma y la primera novela de Stephen King adaptada a la gran pantalla coinciden en este trabajo, una auténtica delicia del cine de terror donde Sissy Spacek interpreta el papel de Carrie White, una introvertida adolescente blanco de las críticas de sus compañeros de instituto, un papel que la marcará de por vida.
  Estemos hablando de una película de terror o de un drama de tintes psicológicos, o parapsicológicos, Carrie es ante todo una película impregnada del esoterismo siempre presente en el cine de De Palma, y una película de su época. Planos setenteros al servicio de un clásico del videoclub donde hay lugar para lo paranormal y también para cierta crítica social. Una película marcada por el ritmo de angustia y tensión que el director consigue imprimir a este trabajo eminentemente visual, que nos puede remitir a algunas películas de Hitchcock, como Psicosis o Los pájaros, aunque con un tratamiento, sobre todo al principio de la peli, un tanto de televisión.
  La impresionante asociación entre imagen y música intensifica más si cabe el efecto de este film sobre el espectador, porque Carrie es una película donde todos los componentes nos llevan, quizás un poco lentamente, hasta el sublime desenlace final, marca de la casa De Palma, y uno de esos finales que quedan grabados en las retinas. Cierto voyeurismo, y unos litros de sangre para los amantes del gore, completan el cóctel, de un gusto exquisito para los amantes del cine, y de cierto sabor amargo para los ultras de Stephen King. Una película con imágenes que no se olvidan.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Tron

 
 
Una película acerca de un hacker que entra, literalmente, en un ordenador, realizada en 1982 y producida por Disney, es hoy por hoy uno de los grandes referentes de la ciencia ficción, y una auténtica y alucinante cascada creativa. Una película de diseño, con un tratamiento visual fuera de lo normal, un vestuario empático con la estética del trabajo y una historia sencilla, y algo simplona incluso, con la música extraterrestre  de Wendy Carlos, todo un personaje…

  Tron, por supuesto, fue mucho antes que Matrix, pero seguro que los Wachowski tomaron buena nota de la película dirigida por Steven Lisberger y protagonizada por Jeff Bridges. Una película que en su momento fue un rotundo fracaso comercial, y que llega hasta nuestros días con mejor salud que cuando se estrenó.

   Tron no es una película que se adentre en dilemas morales y en complejidades, pero claro, esto es cosa de la empresa que la produjo y de su característico estilo conservador a la manera del Reader´s Digest, capaz de reinterpretar la tradición sin complejo alguno, y de proyectarse hacia al futuro, haciendo un uso muy particular del concepto fantasía. Un trabajo que si pasa a la historia del cine es más por cuestiones formales que por otras de fondo igual de importantes, o más si cabe, que las anteriores. 
  Un universo juvenil, electrónico y luminoso, especialmente recomendado para aquéllos que crecieron en los años 80 y para los amantes de una clase de entretenimiento que aparta al espectador de cuestiones mayúsculas para sumergirlo en otras durante un espacio de tiempo.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Ciudad de Dios

   Ciudad de Dios es una crónica de la dura realidad de las favelas de Río de Janeiro desde los años sesenta hasta la década de los ochenta, y unas de esas películas relativamente recientes que en poco tiempo han conseguido el reconocimiento de clásico. 
  ¿Es posible que esta película de Fernando Meirelles y Katia Lund no guste a alguien? Sin duda es posible, pero eso sí, poco probable. 
  Ciudad de Dios es, como resulta lógico siendo éste el título del film, un barrio olvidado por Dios. Una película construída sobre una carrocería de thriller, de ritmo vertiginoso y con un gran trabajo de montaje que expone al espectador a una crudeza real, a un mundo que no es sólo fruto de la imaginación, sino sobre todo de la observación transformada en película de más de dos horas de duración, sorprendentemente ágil y visualmente atractiva.

  La belleza en medio del caos de la selva urbana. La venganza como tema central de la película, y un protagonista plural que desarrolla magníficamente la narrativa de este trabajo estructurado a la manera clásica en tres partes claramente diferenciadas. Un drama de tejido social, y una especie de Short Cuts a la brasileña, inmerso en un clima de violencia y extrarradio de bochornoso realismo para esta cosa llamada capitalismo, que como matrix está aquí y allá, y está en todas partes. Su mierda, al parecer, ha salido esta vez de debajo de la cama, como en alguno de los grandes éxitos del cine documental de los últimos quince años. Porque gracias al cine no sólo imaginamos mundos ajenos, sino que también sabemos más acerca del nuestro.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Vals con Bashir

  
Los documentales animados existen, y los documentales de animación, también. Lo que ocurre, quizás, es que el género documental es un género muy estereotipado, aunque en las últimas décadas haya renacido de sus cenizas con evidente fortaleza, mostrando diferentes formas de tratar el género, ya no sólo en el cine, sino también en la televisión.

  Vals con Bashir es, para empezar, un documental atípico, una grandísima película de animación, y una valiente aproximación a uno de los conflictos más importantes de finales del siglo pasado. A base de impresionantes dibujos de gran potencia visual y onírica, el documentalista judío Ari Folman recuerda la matanza en los campos de refugiados de Sabra y Chatila en 1982, por medio de una historia que habla, sobre todo, acerca de la memoria y la violencia, pero también acerca de los sueños y las pesadillas.
  Ari Folman consigue que ésta sea una película inteligente y eficaz desde el primer minuto hasta el útimo. Comprometida, artística y, sobre todo, de enorme sensibilidad, con una gran historia, contada a base de dibujos animados, combinando distintas técnicas de animación y complementando el aplastante trabajo visual con una no menos descomunal banda sonora. Un auténtico homenaje a películas tan dispares como Apocalypse Now o Ciudadano Kane, Vals con Bashir pega donde duele.  
  Dura y emotiva, ésta es una película ante todo necesaria. Una indagación en toda regla en la naturaleza del ser humano. Realismo surrealista. Protagonistas perfilados con gruesos trazos negros. Alto contraste. Un mundo de pesadillas y sueños.

martes, 1 de febrero de 2011

El odio

El odio es uno de los más interesantes retratos sociales del cine de los años noventa, la ópera prima de Mathieu Kassovitz, y uno de los más entusiastas y realistas trabajos de la cinematografía francesa. Un país retratado desde los suburbios marginales hasta el epicentro de la capital, y una historia que podría transcurrir  en cualquier país desarrollado con una mínima herencia colonial. Diálogos de crudeza urbana en un entorno de planos en blanco y negro y unos personajes carismáticos: Un judío, un negro, y un árabe, con sus respectivas personalidades, conformando todo un tridente. Vince representando a lo salvaje, Hubert, el Superego, la razón, en constante lucha con Vince, y Saïd, el Ego que estaría en medio y medio de la disputa anterior. Tres personajes que forman uno, y una frase que lo resume todo: “El odio sólo engendra más odio”.
  El odio es una película tremendamente actual, con cierto tono documental, pero una película de ficción, al fin y al cabo, de una vigencia total. Una historia de amistad y violencia, y un trabajo en gran medida premonitorio de lo acontecido en las calles francesas en los últimos años. Una película de gran potencia visual, particularmente intensa, y toda una radiografía social, con estupendos planos-secuencia de alto contraste, y un gran trabajo interpretativo de Vincent Cassel, un actor siempre rotundo al frente de este  duro retrato de la sociedad francesa.

   El odio reúne los requisitos necesarios para convertirse con los años en lo que ya es en cierto modo hoy: una película de culto.

miércoles, 26 de enero de 2011

Vertigo

 Alfred Hitchcock es un director para la eternidad, y Vertigo, desde mi punto de vista, su obra más espectacular, y una de las más influyentes en la historia del cine. Y es que lo tiene todo, además de un virtuosismo técnico asombroso, unos créditos de infarto firmados por el muy grande Saul Bass, y el wagneriano envoltorio musical diseñado para la ocasión por Bernard Herrmann, que recrea a la perfección un universo hipnótico y alucinado. Vertigo es una espiral obsesiva, y una obra que nada tiene que ver con la literatura. Una película de marcado acento autobiográfico donde la narrativa audiovisual cumple con el objetivo de contar por medio de imágenes y sonidos, y de qué manera.  Un thriller policíaco. Una historia de amor necrófila y obsesiva. Imágenes de una intensidad aplastante en un universo onírico, que es el verdadero protagonista de esta película de misterio, donde la atmósfera lo es todo. Una fotografía increíble, y un espectral James Stewart realizando una de sus mejores interpretaciones. Una película más allá de la historia,  más allá de la trama y el argumento, y por supuesto más allá de los personajes. Una película con vida propia, que desempolva el mágico, y a menudo fantasmagórico, paisaje de algunos de los grandes temores del ser humano.
  Una película súper poderosa y de gran contenido psicológico. Un universo con cosas de Freud y de Lacan, y todo un vertiginoso espectáculo de amor y muerte, obsesiones y miedos. Una película alucinante, en el sentido literal de la palabra.

miércoles, 19 de enero de 2011

La noche americana



El decimotercer largometraje de Francois Truffaut, una de las más interesantes exploraciones que el cine ha realizado acerca del cine, y uno de los mejores trabajos del frontman francés, es una película absolutamente imprescindible, dotada de un enorme realismo, y un homenaje en toda regla al espectador. Una obra emocionante que circula alrededor de un tema central: el amor, el amor humano en todas sus formas y manifestaciones, en el marco del rodaje de una película, donde la mirada felina y los hipnóticos ojos verdes de Jaqueline Bisset ayudan a hacer que este film sea inolvidable.

La noche americana
es sin duda un gran homenaje, dirigido no sólo a los profesionales del audiovisual sino, y sobre todo, a los que no lo son, y una divertida y alocada historia que combina con habilidad comedia y drama, como en la vida misma. Oscar a la mejor película extranjera, La noche americana es una película europea, y de autor, y además es una película de una cinefilia incontrolada, plagada de instantes geniales, y entregada en cuerpo y alma al entretenimiento. Una historia hecha a base de sueños y recuerdos, acompañada por una barroca y maravillosa banda sonora, fimada por Georges Delerue, que coloca a este trabajo de Truffaut en la galaxia que le corresponde.
El cine, el arte, el negocio, las relaciones, los oficios, las emociones,… Un puñado de cuestiones con las que está tejido este trabajo coral, como el propio cine, convirtiéndolo en un sincero homenaje a la creación y a la mirada del niño.

miércoles, 12 de enero de 2011

Amarcord

 En aquel café en el que trabajaba como camarero un hombre robusto y más bien bajito me preguntó en un muy aceptable castellano, después de llevarse a los labios el espresso que acaba de servirle: A ver, chico…¿qué película de Fellini ganó el Óscar a la mejor película extranjera en 1974?
La pregunta no era de las fáciles, ya que hasta tres películas del gran director italiano obtuvieron el Óscar a la mejor película extranjera antes que Amarcord. El hecho de que acertara con la respuesta tuvo que agradar a Bruno Zanin, protagonista de esta película, y quizás gracias a esto pude disfrutar de su presencia y su conversación durante toda una tarde, en la que hablamos acerca del cine, las historias, y acerca también de los recuerdos.

  Amarcord es una bellísima historia hecha a base de recuerdos como éste que introduce esta columna dedicada a una de las películas más grandes de la historia del cine. La música mágica de Nino Rota, la fotografía de Giuseppe Rotunno, y el mosaico de personajes excepcionalmente dibujados por el dueto Guerra-Fellini, nos sumergen en un universo particular, y en un ambiente marcado por ensueños y recuerdos. De hecho, el título significa, en forma dialectal de la Romagna, "yo recuerdo".

  Autobiográfica y onírica, Amarcord es una de las obras magnas del cine, pero sobre todo es una película de enorme sensibilidad que ha influído en la obra de multitud de cineastas. Una película que no caduca, y que con los años se hace más y más grande. Una película de la que el bueno de Bruno Zanin podrá sentirse muy orgulloso el resto de su vida.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Plan 9 From Outer Space

Sin duda hay miles, no cientos, sino miles de películas peores que PLAN 9 FROM OUTER SPACE, pero quizás no haya muchas que hayan empleado las mismas dosis de pasión y cariño que esta obra del genial Edward Wood Jr., porque algo hecho con cariño, al igual que este artículo o un bizcocho, y al igual que multitud de pequeños hechos sin relevancia aparente, tiene un valor añadido debido, fundamentalmente, al amor depositado en la confección de estos objetos.

  Ed Wood  fue todo un personaje, y de eso no hay duda, pero es que además, sus películas, llenas de humildad, algo impensable en el cine de ayer y de hoy, contienen momentos de inocencia y dulzura, atravesados por la flecha de la realidad, que suponen un verdadero resplandor en un medio marcado fundamentalmente por la ficción a la hora de fabricar películas.

  Bela Lugosi en su último papel es suficiente reclamo para un cinéfilo que quiera acercarse a esta película, pero es que además, este último papel de Lugosi vale oro, por todo lo que puede decir el actor consciente o no de su última representación en medio de un entorno absolutamente bizarro. Una película técnicamente imperfecta, y espiritualmente perfecta, porque a menudo ganar es perder, y perder es ganar, y espero que sepan de lo que les hablo.

  Con los años Ed Wood y sus películas se han convertido en  exponentes de un cine de culto dedicado plenamente al entretenimiento, y notable como un ocho.
 

miércoles, 15 de diciembre de 2010

La invasión de los ladrones de cuerpos


En los años cincuenta se vivieron grandes tensiones sociales que el cine supo reflejar con mayor o menor extroversión, sobre todo aquel cine denostado por la industria, el cine de autor, como expresión peyorativa de un cine personal, y el cine de serie B, que bajo la siempre protectora coraza de la ficción llevada al extremo, mostró mejor que ningún otro género la paranoia occidental del momento en clave más o menos metafórica. Y es que es en esta década cuando se consolida la denominada serie B como collage mutante de otros géneros, y como género dedicado a entretener.

La invasión de los ladrones de cuerpos es una película representante de otras muchas, que a partir de un presupuesto modesto y una importante dosis de talento, han logrado pasar a la historia del cine. La fotografía, en un blanco y negro espectacular, un guión trabajadísimo, y una banda sonora auténticamente épica, convierten a este trabajo de Don Siegel en un asunto serio, capaz de generar múltiples y considerables remakes de altura a partir de una historia de tensión. Tensión ganada a pulso minuto a minuto con un estilo que por momentos puede recordar a Hitchcock, la película de Siegel es un hit de ayer, hoy, y siempre, con un estilo único, sólo perjudicado por la industria, que le impuso al director un prólogo y un epílogo, tras cargarse al verdadero germen de la historia, el guionista, en un alarde anticomunista propio de un tiempo en el que alguna gente del cine, guionistas, actores, directores, mujeres y hombres, pagaron el alto precio de las tensiones del momento.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El hombre con rayos X en los ojos



  El hombre con rayos x en los ojos es uno de los títulos más destacados en la extensa carrera del director Roger Corman. Una historia que trabaja, fundamentalmente, con dos géneros, la ciencia ficción, y el terror, pero ojo, porque la película de Corman es, además, una película de acción de primera división, acerca de las ambiciones humanas y las aspiraciones fuera de campo con consecuencias nefastas, donde un médico oftalmólogo que se propone ver a través de la materia, interpretado por el grandísimo actor galés Ray Milland, es la base, y a partir de ésta, la película avanza con un ritmo narrativo muy considerable, a través de poco más de una hora y poco de duración, desarrollando la historia de un fugitivo. Un trabajo psicodélico y perfecto, con sus imperfecciones, por supuesto, eficaz en la construcción narrativa, magníficamente interpretado y con un ritmo trabajado a conciencia. Los efectos especiales, de eficacia probada, hacen su trabajo a las mil maravillas, y cierran esta ficha dedicada a esta obra naïf, de culto, y joya del entretenimiento.
  
  La película de Corman, es uno de esos trabajos, que si los ves de niño, quedan grabados en tu memoria años y años, quizás con mayor valor sentimental que cinefílico, pero no nos engañemos, porque ésta, además de ser una película muy entretenida, contiene un notable valor audiovisual, y como otras dignas representantes de la denominada Serie B de los años sesenta y setenta, recoge legados valiosísimos, como el de Freaks, de Tod Browning, y el del cine negro norteamericano de los años cuarenta y cincuenta. Lo dicho. Casi Nada.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El increíble hombre menguante

El increíble hombre menguante es el título de la película dirigida en 1957 por Jack Arnold, especialista de la Universal en obras de terror y ciencia ficción, a partir de la novela "The Shrinking Man", de Richard Matheson, autor del guión, y verdadero sostén de este trabajo imprescindible no sólo para los que quieran saber algo de efectos especiales, sino también, y sobre todo, para aquéllos interesados en el guión y la adaptación. Matheson fue el autor de la magnífica novela “El último hombre sobre la Tierra”, llevada al cine en varias ocasiones, además de guionista de algunos de los mejores trabajos de Roger Corman o Terence Fisher, y autor del guión de “El Diablo sobre ruedas”, de Steven Spielberg.

  La película fue rodada con un presupuesto de serie B, y es, así, dicho a lo bruto, la historia de un proceso, como ocurre en trabajos más cercanos a nosotros como La Mosca. La música, interpretada por el trompetista Ray Anthony, acompaña a la acción en un universo jazzy que ilustra los sentimientos del protagonista, mientras que la fotografía, en blanco y negro, destaca esos efectos especiales artesanales que nos sumergen en un universo desproporcionado y claustrofóbico. Una película que explora la psicología del protagonista enfrentándolo a situaciones diversas a lo largo de una trama kafkiana. ¿Una joya del cine fantacientífico? Desde luego que sí, y algo más. Un clásico de la denominada Serie B, pero ante todo, un clásico, brillante como un diamante, y un trabajo lleno de energía, realizado a partir de un libro no menos básico e interesante. 2x1, que se dice.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Cry Baby



  Si usted es uno de esos espectadores a los que les repugnan los musicales en general, y en particular aquéllos cuyos nutrientes básicos son los clichés y los estereotipos, sepa que no está solo en este mundo, y esto le ayudará, seguramente, a no sentirse tan solo en él.
  Cry Baby es una divertida película musical donde la música sí tiene sentido, y no sólo está justificada, sino que es parte de la historia, cosa poco habitual en un género con una gran cantidad de productos comerciales que lo representan, y que se fija más en la superficie, que en el fondo. John Waters, director de otras joyitas del underground cinéfilo como Hairspray, o Pink Flamingos, golpea en la entrepierna de películas tan sobrevaloradas como Grease, y de otros musicales de adolescentes similares a éste, y en general de un cine con argumentos conservadores, y escasos, por otra parte, que pide a gritos un visionado crítico, no necesariamente ilustrado, pero sí al menos crítico.

Un barbilampiño Johnny Depp, en uno de sus primeros papeles, haciendo una demostración de interpretación, y ya van… y una magnífica banda sonora, en medio del universo kitsch creado por Waters, hacen coherente la presencia de Traci Lords, musa del porno, o Iggy Pop, musa del rock, en el reparto de esta peli marcada por el sello personal e incorruptible del director estadounidense del bigotito facha y las gafas oscuras.
¿Es Cry Baby la película más comercial de Waters? Pues no lo sé, pero como soy tan gallego como Rosalía, responderé con otra pregunta: ¿Y cuál es la más comercial de Tarkovski, Kurosawa, o Welles?
Pues eso.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

The Rutles: All You Need Is Cash

 
  Y no amor, como rezaba la canción de The Beatles, en esta comedia musical de marcado sello británico dirigida por Eric Idle y Gary Weis, más que nada porque aquí los protagonistas son la banda británica The Rutles, creada por el Monty Phyton Eric Idle, que llegaría a ser la protagonista de un largometraje para la gran pantalla.
   Al parecer la idea original era la de realizar un pequeño capítulo para el famosísimo show televisivo Saturday Night Live, a modo de parodia de The Beatles, pero el éxito que tuvo su pase por televisión fue tal que finalmente todo acabó en un largometraje divertidísimo, absolutamente recomendable, en el que no faltan los cameos de iconos de la música como Mick Jagger, George Harrison, o Paul Simon.
  El universo de la banda, su trayectoria musical, las relaciones personales de los componentes del grupo, y hasta sus cambios de look, tratados con un tono típicamente Phyton, donde también aparecen sujetos como Michael Palin, Bill Murray, o John Belushi, cerrando un plantel que asegura risas, y sonrisas, con una fuerte presencia musical, y que a finales de los setenta cimentaba la aparición de títulos igual de recomendales que The Rutles, como This Is Spinal Tab, del mítico Rob Reiner, o The Blues Brothers, de John Landis, ya en la mágica década de los ochenta. Y es que los Monty Phyton, juntos, o por separado, han realizado grandes monumentos a la sátira, siempre apoyados en sus habilidades compositivas y musicales.
  The Rutles, una película que disfrutarán los fans de los de Liverpool, y los demás, también.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Once


  Once es el título del maravilloso tema de la banda norteamericana Pearl Jam, incluído en su mítico álbum de debut, Ten, y además es el título de una poco o nada conocida película irlandesa que integra la música como elemento básico en la historia, con un pie metido en el musical y otro en el drama ligero de clara influencia televisiva. El álbum de Pearl Jam es imprescindible, no lo duden. La película en cuestión, recomendable.
  Desde un argumento extremadamente sencillo, una película puede abrirse a infinidad de temas, como ocurre con esta película dirigida por John Carney, donde el género musical palpita dentro de un caparazón de drama en el que la banda sonora refuerza las principales secuencias de la historia de Glen, un cantautor callejero irlandés, y Marketa, una preciosa joven checa. Una historia en la que la música es el nexo de unión entre los personajes protagonistas, y en la que quizás por esto se eche de menos el diálogo ante tanta canción junta. La historia de dos almas gemelas que se encuentran en la ciudad de Dublín, ilustrada, sobre todo, con canciones.
  Oscar a la mejor canción original con un tema titulado Falling Slowly, Once es una de esas películas que todos los años se cuelan en las candidaturas a los Oscar, y que de vez en cuando consiguen un premio, aunque éste sea al de mejor canción original. Una de esas películas que gustan más a Hollywood que a los cinéfilos, basada más en la forma que en el fondo. Una de esas películas indefinidas, y de centro. Porque el centro también existe en el cine, e incluso en el séptimo arte.