martes, 19 de enero de 2010

Arrebato




Rara avis del cine español, este Arrebato de Iván Zulueta, poquito a poco, con el paso de los años, se ha convertido no sólo en película de culto, sino además en estigma del propio autor. Oscura y underground, misteriosa y maldita, Arrebato contiene momentos de luz y creatividad crípticos en una película fundamentalmente lúgubre y depresiva, y una atmósfera ochentera llena de realismo. Una película absolutamente drogadicta, donde Zulueta construye un pasaje onírico de aire funesto y heroinómano. Opresiva y triste, Arrebato contiene especias muy bien conservadas que perduran hasta nuestros días.
¿Cine experimental? ¿Terror? ¿Suspense? ¿Para qué todas estas clasificaciones cuando uno camina drogado por la cuerda floja de los límites de la realidad? ¿Para qué?
Un personaje que desaparece a medida que se le filma durmiendo. y verifica que durante la filmación comienzan a desaparecer fotogramas. Un personaje que se percata de que su vida va a acabar cuando calcula la cantidad de fotogramas que se borran cada día. Un guión que bien podría ser el de un joven David Lynch, con una cassette como voz en off de todo el film, en un relato que acompaña al espectador durante densos pasajes en los que la narración nos sumerge en el imaginario particular del personaje, donde la angustia, y la obsesión por las imágenes, nos identifican con él. La ficción de la escritura, reemplazada por la narración de la imagen y la voz de la cinta.
Una película acerca del cine, de lo que conocemos comúnmente como realidad, y de sus fronteras.

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