martes, 19 de octubre de 2010

El imperio de los sentidos



Densa es la bruma que cubre todos y cada uno de los fotogramas de esta película de Nagisa Oshima, y densa, muy densa, la información que en ella encierra para un occidental cualquiera como pudiera ser usted, y como pudiera ser yo.
El cine oriental, como la literatura, o la música, no se rigen por los mismos cánones que en occidente, y éste es un hecho que debemos tener en cuenta al acercarnos a obras lejanas, como El imperio de la pasión, o esta anterior El imperio de los sentidos, dos de los trabajos más destacados de Nagisa Oshima.
El erotismo, el deseo, y la pasión, son conceptos que recorren su cinematografía, y siendo un director desconocido para gran parte del público occidental, forma parte, junto a Akira Kurosawa y Yasujiro Ozu, de ese grupo selecto de directores japoneses que pasarán a la historia del cine del siglo XX. Oscuro y críptico, sexual, y violento, Oshima despliega en esta película una historia psicoanalítica y perturbadora para completar una obra que no deja indiferente a nadie. Una película con escenas de sexo donde se muestra cómo poco a poco, el deseo y los celos, la locura y la pasión, la lujuría, y la soledad, van destruyendo a los protagonistas. Una película que es una pequeña obra maestra, con momentos sencillamente escalofriantes.
La cinta, prohibida por la censura en algunos países, incluido Japón, que en 2001, veinticinco años después de su estreno, decidió autorizar su exhibición, constituye una magnífica, y freudiana, reflexión acerca del amor obsesivo, y un estudio en toda regla sobre los impulsos de Eros y Thánatos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.