miércoles, 24 de noviembre de 2010

Cry Baby



  Si usted es uno de esos espectadores a los que les repugnan los musicales en general, y en particular aquéllos cuyos nutrientes básicos son los clichés y los estereotipos, sepa que no está solo en este mundo, y esto le ayudará, seguramente, a no sentirse tan solo en él.
  Cry Baby es una divertida película musical donde la música sí tiene sentido, y no sólo está justificada, sino que es parte de la historia, cosa poco habitual en un género con una gran cantidad de productos comerciales que lo representan, y que se fija más en la superficie, que en el fondo. John Waters, director de otras joyitas del underground cinéfilo como Hairspray, o Pink Flamingos, golpea en la entrepierna de películas tan sobrevaloradas como Grease, y de otros musicales de adolescentes similares a éste, y en general de un cine con argumentos conservadores, y escasos, por otra parte, que pide a gritos un visionado crítico, no necesariamente ilustrado, pero sí al menos crítico.

Un barbilampiño Johnny Depp, en uno de sus primeros papeles, haciendo una demostración de interpretación, y ya van… y una magnífica banda sonora, en medio del universo kitsch creado por Waters, hacen coherente la presencia de Traci Lords, musa del porno, o Iggy Pop, musa del rock, en el reparto de esta peli marcada por el sello personal e incorruptible del director estadounidense del bigotito facha y las gafas oscuras.
¿Es Cry Baby la película más comercial de Waters? Pues no lo sé, pero como soy tan gallego como Rosalía, responderé con otra pregunta: ¿Y cuál es la más comercial de Tarkovski, Kurosawa, o Welles?
Pues eso.

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