miércoles, 18 de mayo de 2011

Sospechosos habituales


  Los años 90 nos dejaron un puñado de grandes joyas del thriller con fuerte querencia por la violencia, entre las que destacan Reservoir Dogs, Asesinos Natos, y cómo no, Pulp Fiction, todas ellas preciosas, por supuesto, pero quizás su brillo haya anulado el de otros trabajos realmente notables producidos en esa década, como Killing Zoe, o sobresalientes, como ésta Sospechosos habituales de la que he comenzado a hablarles hace un rato. Una película que es entretenimiento puro y duro, con un guión tejido por arácnidos, una interpretación de Kevin Spacey que es lo mejor de lo mejor de su carrera, y una banda sonora engarzada a las imágenes, dotándolas de una intensidad narrativa potentísima que convierte a Sospechosos habituales en una de las grandes películas de los noventa, y tuvimos unas cuantas grandes, pero ésta, quizás por imitada, haya sido en cierto modo menos recordada, a pesar de los dos Bafta y los dos Oscar, al mejor guión, y al mejor actor secundario para el señor Spacey.
  Sospechosos habituales fue en su momento una película que marcó tendencias, de eso no hay duda, y el misterioso personaje central de la historia, Kaiser Sozé, que obliga al espectador a no perder detalle para disfrutar del engranaje destinado a dar la sorpresa construído por Bryan Singer, es una vuelta de tuerca al Macguffin de Hitchcock, y la intriga que va in crescendo y que, como mandan los cánones, se resuelve en el tramo final de la película, es todo un homenaje a  cierta manera de hacer cine. Sin ninguna duda, una de las grandes pelis de los noventa, por méritos propios.

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