miércoles, 4 de mayo de 2011

Blue Velvet

  
  Existen unas cuantas cosas fascinantes en el cine de David Lynch, algunas de fácil descripción, y otras no tan fácilmente transmitibles, y una que con el paso de los años me sigue sorprendiendo, y es que siempre que leo críticas de aquí y de allá acerca de sus pelis y de su trabajo como creador, o de esta joya titulada Blue Velvet, o de otras igualmente recomendables, me encuentro con lo mismo, con apasionadas defensas y con desenfrenados ataques, y es que su trabajo es objeto de veneración y odio en la misma proporción, y esto, para empezar, me resulta curioso.

  En Blue Velvet confluyen iconos básicos del universo lynchiano: Isabella Rossellini, y dos de sus actores fetiche, la gigantesca Laura Dern y Kyle MacLachlan, al que muchos recordarán por su interpretación del agente Cooper en la inolvidable serie Twin Peaks, pero sobre todo destaca Dennis Hopper, haciendo un papel bestial al nivel de los mejores Pacino, Brando y De Niro. Y es que tras la aventura de Dune el genio del tupé siguió adelante y a mediados de los ochenta estrenó este peliculón donde desgrana claves básicas de su cine en un ambiente de aparente tranquilidad y por ello quizás absolutamente perturbador. Un mundo que por momentos parece un dulce sueño, y por momentos una auténtica pesadilla.
  El trabajo de Angelo Badalamenti, otro habitual del universo Lynch, pone la guinda a un pastel que, veinticinco años después de su estreno, es ya todo todo un clásico. Sugestivo y sugerente, y quizás extraño, y es que éste también es un mundo muy extraño, ¿no les parece?

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