miércoles, 16 de febrero de 2011

Ciudad de Dios

   Ciudad de Dios es una crónica de la dura realidad de las favelas de Río de Janeiro desde los años sesenta hasta la década de los ochenta, y unas de esas películas relativamente recientes que en poco tiempo han conseguido el reconocimiento de clásico. 
  ¿Es posible que esta película de Fernando Meirelles y Katia Lund no guste a alguien? Sin duda es posible, pero eso sí, poco probable. 
  Ciudad de Dios es, como resulta lógico siendo éste el título del film, un barrio olvidado por Dios. Una película construída sobre una carrocería de thriller, de ritmo vertiginoso y con un gran trabajo de montaje que expone al espectador a una crudeza real, a un mundo que no es sólo fruto de la imaginación, sino sobre todo de la observación transformada en película de más de dos horas de duración, sorprendentemente ágil y visualmente atractiva.

  La belleza en medio del caos de la selva urbana. La venganza como tema central de la película, y un protagonista plural que desarrolla magníficamente la narrativa de este trabajo estructurado a la manera clásica en tres partes claramente diferenciadas. Un drama de tejido social, y una especie de Short Cuts a la brasileña, inmerso en un clima de violencia y extrarradio de bochornoso realismo para esta cosa llamada capitalismo, que como matrix está aquí y allá, y está en todas partes. Su mierda, al parecer, ha salido esta vez de debajo de la cama, como en alguno de los grandes éxitos del cine documental de los últimos quince años. Porque gracias al cine no sólo imaginamos mundos ajenos, sino que también sabemos más acerca del nuestro.

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