lunes, 22 de febrero de 2010

The Innocents


Que The Innocents es la mejor transición jamás realizada para la gran pantalla a partir de la magna obra literaria escrita por Henry James a finales del siglo XIX, es un hecho, pero no hay que olvidar que Otra vuelta de tuerca ha servido como filón a unos cuantos directores, sin ir más lejos a Amenábar, que con Los Otros parecía que removía los cimientos de la industria, nada más lejos de la realidad, teniendo en cuenta que allá por los primeros 60, esta película de Clayton inició de algún modo toda una época en el cine, abriendo el paso a nuevos géneros, con un tratamiento de la tensión que en su momento tuvo que ser todo un hito.
Un denso y mórbido relato para adultos que comienza siendo un cuento para críos. Esto es The Innocents, en esencia, y un estupendo cuento de fantasmas con niños por medio, por extensión.
La película cuenta con un magistral trabajo de fotografía a cargo de Freddie Francis, y por supuesto, de iluminación, en una historia de interiores donde luces y sombras son algo más que luces y sombras. Una película que siendo particularmente siniestra e inquietante, está envuelta en cierta apariencia de ingenuidad, con lo que se convierte en todavía más inquietante, si cabe, cosa que también le ocurre a las grandes obras maestras de Hitchcock, y a pesar de su envoltorio aparentemente ingenuo, con Deborah Kerr manejando una tensión gradual maravillosamente controlada, The Innocents contiene terror, suspense, y psicología, cerrando una obra maravillosa.
Cine metafísico. Un clásico fundamental. Una mansión inolvidable.

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