miércoles, 9 de marzo de 2011

Mi Idaho privado

  
Mi Idaho privado sería una película perfecta para programar en un ciclo de cine dedicado a la salud, pues pocas producciones atienden tan en primer plano a un tema tan poco conocido como la narcolepsia, pero claro, con chaperos de por medio y drogas, poco o nada puede apetecerles a los programadores este trabajo, una de esas películas que asocio con los noventa y con cierta melancolía juvenil y cierta angustia existencial de la que reconozco no haberme librado del todo.
  La película dirigida por Gus Van Sant y protagonizada por Keanu Reeves y River Phoenix es un auténtico monólogo, ya no sé si interpretativo o autobiográfico, de este último, y es de largo el mejor trabajo de uno de los grandes ángeles caídos del cine, pero es que además Mi Idaho privado es una road movie, y una curiosísima interpretación de De los Apeninos a los Andes, con un Marco drogadicto, gigoló y narcoléptico, que como el original también busca a su madre de aquí para allá. Y es que la madre lo es todo para un hijo, e incluso éste es un término ambiguo, ya que no sólo contiene a la madre de manera literal, sino que el término madre es en este trabajo algo más complejo que todo esto, pues como en la vida misma, vaya.
  Mi Idaho privado es una película de su tiempo, y una película underground, marcada por los diálogos y los paisajes interiores, y también exteriores, al estilo Hopper, y junto a Drugstore Cowboy, a mi juicio, estamos ante la mejor peli de un  Gus Van Sant que ha sabido desarrollar su estilo bajo el paraguas comercial y también desde la más absoluta alternatividad.

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